Cuando Silvestre respira fuerte se siente indecente, piensa que se lleva más de lo que le toca o alguna semejante mamadota.
Grita.
Chilla.
Se humilla y brinca.
¿Dónde la gente?
La busca siempre.
La gente.
Que llena las plazas y forma colas largas, que atasca las tiendas y apaga sus ojos.
Pagan.
Pide.
Quita.
Se desvista y pica.
Silvestre, te quiero
Te quiero Silvestre.
miércoles, agosto 27
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